Para empezar tengo que decir que la violencia en todos sus aspectos, no solo la de género, es en mi opinión un problema de Salud Pública. Porque la epidemia de violencia doméstica que salpica nuestros informativos no es más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos, en la que la empatía y la solidaridad están siendo dejadas de lado como valores a cultivar y se extienden los actos en los que se aplica un exceso de fuerza con intención de hacer daño para imponerse.
Yo creo que las medidas jurídicas y penales pueden ayudar a las víctimas en un momento dado, pero que lo que es fundamental es trabajar desde la infancia, desde la escuela, y por supuesto desde las familias, para que las generaciones futuras aprendan a ver al otro como un sujeto idéntico a si mismo, a ponerse en su lugar y sentir como le afectan las situaciones, a respetar al otro, y a ver los problemas que sufren las personas víctimas de la violencia. Actualmente vivimos en un contexto social que ha posibilitado el desarrollo de estas conductas, algunas de las cuales están socialmente aprobadas, y es en estos casos en los que debemos intervenir por medio de la educación. Las medidas legales sirven para aprender a inhibir estas respuestas cuando la represalia es directa, pero la solución debe venir además a través de la concienciación y la educación en valores.
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